La gastronomía en Pradoluengo no se diferencia de la del resto de valles que lo rodean. Los productos más característicos de la zona son, como no podía ser de otra manera, aquellos que encontramos en nuestros montes: las plantas silvestres comestibles, los frutos que crecen en los bosques, la carne de vacuno criada en la Sierra, la carne de caza, las variadas setas, las semillas…
El chef burgalés Jose Ignacio Rojo nos descubre en su libro “Cocinando en los bosques de la Demanda”, infinitas posibilidades gastronómicas que unen naturaleza, tradición, arte e innovación.
Uno de los recursos naturales más apreciados dentro y fuera de la Demanda son las setas. La diversidad de hábitats, el clima, la alta pluviosidad y la antiguedad de muchas zonas boscosas hacen que en la zona prolifere una gran variedad de especies micológicas: boletus edulis, níscalo, senderilla, seta de cardo, champiñón silvestre, seta de caballero, pie azul, amanita cesárea, capuchina, etc.
En primavera y otoño muchos pradoluenguinos y visitantes se lanzan al monte a coger setas, con las que luego se preparan deliciosas recetas, siendo una parte fundamental de la gastronomía serrana.
La Sierra de la Demanda es un espacio natural declarado Reserva Regional de Caza. Sus posibilidades cinegéticas son muchas y variadas, ofreciendo carne de corzo, jabalí, ciervo y aves con la que preparar guisos, asados, embutidos, etc.
Además de carne de caza, los valles de la Sierra son ricos en su actividad ganadera. Vacas y ovejas pastan en los montes y dehesas, pero es el cerdo el animal que más nos gusta elaborar: ahumados, adobados, curados… las posibilidades gastronómicas que ofrece son infinitas.
Hasta hace pocos años se ha celebrado en Pradoluengo la fiesta de la matanza el último fin de semana de febrero. De las elaboraciones cárnicas destaca, como en cualquier pueblo burgalés, la morcilla. La morcilla desde antiguo se elaboraba con distintas partes del cerdo como la sangre, las tripas y la manteca, a la que se añadían productos de origen vegetal como la cebolla horcal y especias como el pimentón y la pimienta. No fue hasta el siglo XVIII cuando a la morcilla de Burgos se incorporó el arroz. Fueron los carreteros los que trajeron este ingrediente de las tierras valencianas donde llevaban la madera obtenida de los pinos de la sierra.
La morcilla por antonomasia que se recuerda en Pradoluengo es la de Bartolomé Pérez, la morcilla "de Bartolo". En comparación con la de Burgos, la de Pradoluengo es una morcilla sin tanto arroz ni especias. Además, en Pradoluengo comienza la Ruta del Jamón Serrano, una de las rutas gastronómicas por la provincia realizadas por Burgos Alimenta a la que puedes acceder haciendo click aquí.
Pero, aunque es cierto que abunda, no todo es carne. La horticultura en Pradoluengo supone una actividad de ocio, que además permite disfrutar de todo tipo de verduras, hortalizas e incluso frutas. De las huertas familiares sale todo lo necesario para preparar mermeladas, cremas, ensaladas, verduras embotadas, etc.
En definitiva, los vecinos de la villa disfrutan siempre de un buen plato en la mesa. Las cuadrillas se reúnen en las huertas y txokos para todo tipo de celebraciones, las familias alargan el vermú comiendo pinchos, las peñas cocinan paellas en la romería a San Bartolomé…